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Artículos de Música Crónica

¿Rodrigo Cuevas, RodrigoCuevas de qué va esto del Trópico de Covadonga?

Pues mira, HijaDeLaFerretera…

Rodrigo Cuevas es un artista 360. El Principe de Verdiciu, es una maga no apta para ortodoxos. Un conocedor de algunas tradiciones y divulgador de sus pasiones. A quien tan bien le encaja el rol de agitador folklórico como el de sexy M. F.

Entre líneas [fotografía Pilar Morales]

Un sátiro asturiano, pelín cabaretero. Que luce travestido de coplera-samurái, con bata-kimono roja y fajín floreado, por no subirse al escenario en cueros. Que apenas se descalza de las madreñas que lo alzan y casi ni se quita la elevada montera picona borleada.

Que bromea «le falta una patatina pa’l kilo» disculpándose por haber olvidado el refajo que una murcianica, presente entre el público, le bordó en alguna anterior visita.

Ah, y que además de ser un divertido contador de historias subordinadas, es buen cantante. Un adaptador de la cultura oral popular de su tierra y, por las maneras, hasta parece músico. Al menos acordeonista.

Tocando al baile [fotografía Pilar Morales]

Alguien que sabe usar su Manual De Cortejo (Aris/El Cohete, 2019) sin necesitad de compartir protagonismo con el fundamental Raül Refree -productor y co-autor de todo el trabajo musicológico referido-. Un recomendable disco largo de debut que, por fecha de lanzamiento, desafortunadamente no apareció en las listas de lo mejor del año pasado -ni apenas en las de este moribundo 2020-. Pero que tras su llamativa portada, atesora, temazo tras temazo, hasta quince disfrutes «aunque apenas tengan estribillo, ni hayan entrado al Billboard Hot 100». «Tal como debiera ser la vida», todo en esencia.

Fortaleciendo el suelo pélvico [fotografía Pilar Morales]
Rodrigo Cuevas se hace acompañar en directo por Mapi Quintana (al contrabajo, sintetizador, coros y pandero) y Juanjo Díaz (a las percusiones) -o al menos así nos mostró el teatro Bernal de El Palmar (pedanía de Murcia)-.

Readapta la célebre ocurrencia de Lennon en aquella actuación de The Beatles ante su realeza británica: «For our last number I’d like to ask your help. Would the people in the cheaper seats clap your hands? And the rest of you, if you’ll just rattle your jewelry».

Arenga «Gritái como les vuestres güeles! Y razón no le falta. Ni por reivindicar l’asturianu, ni en lo sabios que eran nuestro antepasados.

Rememora la poética utilizada por aquellos amantes para rondarse en un antaño no tan lejano.

Ronda en sombra [fotografía Pilar Morales]

Parangona el activismo de Rosa Parks por los derechos civiles de sus EE. UU., tras un simple acto, con la desobediencia marital de una plebeya asturiana, conocida como Milia la Miruxana, que al parecer terminó con el diezmo a su señorito. Y entre líneas, de paso, metaforiza el derecho hereditario en la monarquía de nuestros Borbones.

Encuesta sobre quién baila jotas/xiringüelus vs. swing/capoeira y asegura que sabe identificar por la cara lo que cada cual practica.

Eterniza la memoria de Alberto Alonso Blanco, un transformista gijonés asesinado en 1976. Quién sabe si por ser «Maricón de nacimiento». No como el mismo reconoce le sucedió al propio Rodrigo Cuevas, quien afirma que podría haber sido su referente «…antes de que el lobby gay lo abdujera». No en vano ‘Rambalín’, la única composición propia, es un hermoso homenaje en forma de canción.

Allongé con zuecos [fotografía Pilar Morales]

Comparte la lección maestra que, en un ‘Sentimiento de amor‘, Camilo Sesto da a su hijo Camilín. Tanto en directo, como en playback (desde el palco del representante) mientras el patio de butacas era abandonado en aséptico orden.

Ofreciendo risas y entretenimiento, amor, color y calor ante ciento treinta espectadores. Los cuales, a día de hoy, son suficientes (y necesarios) como para llenar un teatro.

Pandereteiro [fotografía Pilar Morales]

Pero, por poner un porompompero, no hubo tanto sexo como se prometía. Prueba irrefutable de que el distanciamiento social preventivo ha hecho estragos durante esta maldita pandemia.