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Mi primera crítica

Debuté como crítico de música (popular ≥ s. XX) el 24 de mayo de 1993, en la emisora pública Onda Regional de Murcia. La oportunidad me la dio Cipriano Torres en su programa nocturno La Última Nave, y el primer concierto sobre el que escribí fue: ZOO TV con los irlandeses U2 presentando Zooropa + los estadounidenses Ramones como ilustres teloneros + los olvidados ingleses Utah Saints, en el desaparecido estadio Vicente Calderón de Madrid. Tanto el manuscrito como la grabación en cinta de cassette de aquello se encontrará por alguna caja, junto al resto de mis memorabilia.

Aunque, para recordar lo sucedido aquella primavera, bien me sirve lo que publicó entonces la peruana Fietta Jarque en las páginas de El País, primero de los diarios nacionales, entre los medios de comunicación (generalistas), que me posibilitaron colaborar como «periodista especializado» durante algunos años. Jamás olvidaré, sobre todo por la urgencia de la agencia EFE, mi curro a dos bandas para no hacer coincidir las palabras con mi único punto de vista sobre la actuación de la recuperada (ocasionalmente) Sinead O’Connor en mi festival favorito: La Mar de Músicas.

Casualmente, en la embellecida e histórica ciudad de Cartagena, fue donde conocí a Fietta. Aún no habíamos sobrevivido al último y catastrófico Espárrago Rock, ni tan siquiera estábamos en el nuevo milenio, así que encuentro a encuentro fuimos haciéndonos buenos amigos. Mi admirada escritora, quizás sin saberlo, ha sido una de mis mentoras y gracias a ella entablé relación con el gran Mingus B. Formentor, otro diletante que también me ha servido de modelo.

Es de justicia resintonizar el 105.3 de la FM para apuntar que en tal dial uno incluso podía aprender bastante de folk, gracias al entrañable y maltratado Juan Antonio García Cortés ‘Pele‘, so pena de no ver más allá de la actualidad en la «escena» pop-rock murciana. ORM también fue un ente donde terminé colaborando, ininterrumpidamente, durante ocho años, hasta que tras la pandemia prescindieron en su parrilla de mis eclécticas recomendaciones y entrevistas a inusuales músicos.

Volviendo al asunto… Con la naturalidad de quien no percibe la realidad del paso del tiempo, a finales de febrero de 2018 por Messenger escribí «¿Me recuerda, Sr. Torres?» Nada más responder lo llamé para directamente pedirle el reencontrarnos y, además, que fuera él mi entrevistador para el último número que la revista de tendencias Shooper editó en verano –del año siguiente, OMG!–. Organicé la visita a su pueblo granadino, haciéndolo coincidir justamente con los 25 años de aquella primeriza experiencia, y resurgió la conexión. Pilar Morales lo testimonió con su cámara y la interviú articulada de Cipri fue el resultado.

La música ya formaba parte de mi trabajo remunerado, desde bastante antes. En el céntrico pub Bache debuté como pinchadiscos –c. 1986– y de la tienda de discos Zona tomaba en depósito «el material» (en formato vinilo) que a media noche aconsejaba y vendía a numerosos garitos periféricos de la época. Antonio apreció mi faceta comercial, o al menos supondría que lo que me comisionaba por ventas terminaría retornándole a la caja registradora gracias a mi desaforada melomanía, pero era Javier Balibrea ‘El Bali‘, a quien aún hoy se le echa tantísimo de menos, mi auténtico prescriptor. Tras su estela, Carlicos –su hermano consanguíneo– y yo –el nieto de la vecina Josefina– trasladamos nuestra prematura residencia musical al Torreta 5, y dos o tres años creíamos habernos consagrado como animadores del turno vespertino en Los Claveles, para terminar cansado de la noche y colgando los hábitos en 2002 junto a mi primo Pablo… en un Mondo Difficile.

Tras aquello me fui especializando en otros muchos oficios y profesiones, unos cuantos ahora en vía de extinción. Precisamente, la vocación de crítico musical es una de ellas, tal y como un colega escribió certeramente en un artículo de título evidente ‘Malos tiempos para la crítica’, para la publicación ¡Mússica! con claras referencias a todas esas revistas donde escribieron nuestros maestros predecesores –léase Diego A. Manrique, cofundador junto a Juan Puchades de Efe Eme, haciendo justa patria– y con algunas ausencias que a mí sí me guiaban. Además de cierta prensa francesa o italiana, aprovecho para reivindicar Zona de Obras como puente a la mejor latinidad, décadas antes de que la Rockdelux –que yo también coleccionaba– se fijara más en lo latino y Santi Carrillo me diera otra de las oportunidades, un lustro antes de la era (digital) PS.

Obviamente, llegado a este punto, quiero dejar en negro sobre blanco mi única intención al redactar este pequeño homenaje. Agradezco a los «culpables» citados –y olvidados– el que siga enganchado a la música. Sin por supuesto olvidarme del Sr. Tébar senior –mi querido padre, crítico number one–; ni de la MTV cuando en 1987 emitían videoclips; ni de la impagable Radio Clásica que no solamente alberga las «músicas cultas»; ni del legado heredado del jazz vía Juan Claudio Cifuentes, «‘Cifu’ para los amigos«; ni de los muchos programas que han enriquecido Radio 3: desde Juan de Pablos «el mejor locutor de la radio musical de la historia de España» hasta Lara López –la voz que me enamoró antes incluso de conocer a su portadora– e incluso lo poco excepcional en la posterior reestructuración de la cadena; ni del hermanamiento sin ánimo de lucro para sacar la agenda más completa de España en FestivalesDePop; ni la proeza semanal para el programa de mi querido Julián Vigara (Mª Paz Martínez cuando lo sustituye), el cual alberga en el seno prime time de Onda Cero un proyecto radiofónico de música conceptual WTF! –parido al día siguiente de uno de mis cumpleaños, ya hace diez temporadas, y que bauticé, por Dylan, No Mires Hacia Atrás–. Otro cantar más reciente es lo de aparecer televisivamente charlando de lo poco que sé Con Eme de… en el magacín dirigido por Mª Pina.

Para este acto de nostalgia, lógicamente me he estado acordando de un puñado de genios sobre los que me sigo deteniendo a estudiar someramente su arte y a quienes también les estoy agradecido por lo mucho me han enseñado, como ejemplo valga el místico Franco Battiato.

Mi próximo ejercicio de Memoria Musical será reunir los 50 temas que conformen una playlist denominada, cómo no, Mi 1er Medio Siglo [1973-2023].